Lección de Escuela Sabática


EL ESPÍRITU SANTO Y UNA VIDA SANTA
Sábado
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Pedro 1:14-16; Isaías 6:3; Hebreos 12:14; 1 Corintios 6:11; 1 Timoteo 1:8; Salmo 15:1, 2.

PARA MEMORIZAR: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes. 5:23 ( CB ) ).

ES FÁCIL VOLVERSE INSENSIBLE a la santidad de Dios y no pensar demasiado en el odio revelado de Dios hacia el pecado y el mal. La santidad, sin embargo, es un tema crucial en la Biblia. La búsqueda de la santidad –llegar a ser amable y puro como Jesús– debería ser una prioridad para todo cristiano. Nos horrorizamos, y con razón, ante la actitud de “soy más santo que tú”. Pero, al mismo tiempo, podemos olvidarnos fácilmente lo que significa vivir una vida pura y santificada. El amor de Dios y su santidad van inseparablemente juntos. Sin la santidad de Dios, su amor estaría en peligro de volverse sentimentalismo; sin su amor, la santidad de Dios sería severa e inaccesible. El Espíritu Santo está estrechamente conectado con nuestra búsqueda de la santidad. Después de todo, su nombre es Espíritu Santo y es llamado el “Espíritu de santidad” (Rom. 1:4). Su nombre nos recuerda que Dios es santo y que el mayor deseo de Dios es transformar a los pecadores a la imagen de su propia santidad.
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" Ide por todo o mundo
e pregai o evangelho."
                 Marcos 16:15
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