EL ESPÍRITU SANTO: OBRANDO TRAS BAMBALINAS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Ezequiel 37:5, 9; Génesis 1:2; Job 26:13; Éxodo 31:1-5; Juan 16:13, 14; Gálatas 5:16-23.
PARA MEMORIZAR: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” ( Juan 16:14 ( CB ) ).
EL ESPÍRITU SANTO NO RECIBE en las Escrituras la misma atención prominente que el Padre y el Hijo. No obstante, la Biblia nos dice que el Espíritu Santo estuvo presente en momentos significativos a lo largo de la historia sagrada. En el principio, cuando Dios creó el mundo, el Espíritu estaba allí, pero en un segundo plano. Estuvo activo en la inspiración de los profetas de Dios, jugando así un papel clave en la escritura de la Palabra de Dios. También estuvo involucrado en la concepción de Jesucristo en el seno de María.
Sin embargo, el Espíritu Santo no está en el centro del registro bíblico y sabemos asombrosamente poco acerca de él. Permanece en segundo plano, y eso se debe a que su papel es adelantar la obra de Alguien más en la Deidad (Jesús, el Hijo de Dios) y darle gloria a Dios el Padre. Todo esto para que los seres humanos caídos podamos ser salvos de la muerte eterna que, de otro modo, el pecado traería sobre nosotros. Por el testimonio de las Escrituras, sabemos que el Espíritu Santo acepta, voluntaria y gustosamente, un papel de apoyo, ayuda, sustento y equipamiento tras bambalinas. No importa si es en la Creación, la Redención o la misión, el Espíritu no busca ser el centro de atención más allá del papel crucial que juega.
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