EL ESPÍRITU SANTO Y EL FRUTO DEL ESPÍRITU
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 15:1-11; Gálatas 5:22; 1 Corintios 13; Romanos 14:17; Efesios 5:9; Mateo 5:5.
PARA MEMORIZAR: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” ( Gál. 5:22, 23 ( CB ) ).
EL FRUTO DEL ESPÍRITU es la verdadera esencia de la vida cristiana. Aunque el apóstol Pablo presenta una lista de nueve diferentes aspectos de este fruto, sin embargo es un fruto y debe ser visto de manera integral. El fruto del Espíritu no nos dice lo que una persona puede ser capaz de hacer para Dios por medio de dones espirituales y talentos. Más bien, nos muestra de qué modo la persona vive para Dios. Nos dice quién es la persona. Todas las virtudes introducidas en Gálatas 5:22 y 23 están presentes en Jesucristo. Por ende, el fruto del Espíritu es la vida de Jesucristo en nosotros, hecha posible gracias al poder del Espíritu Santo.
El fruto del Espíritu no es algo que logramos meramente por esfuerzos humanos. Es posible producir y mostrar algunas de estas mismas virtudes por medio del ejercicio de nuestra fuerza de voluntad, pero esto no es lo mismo que lo que el Espíritu Santo hace en nosotros. Lo que producimos por nosotros mismos es como un fruto de plástico comparado con uno real. Este no es manufacturado; crece a raíz de una relación. Cuando el Espíritu nos conecta con Jesús, por medio de su Palabra escrita, sus características comienzan a ser reveladas en nuestra propia vida.
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