PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee “Un poder que transforma y eleva”, Palabras de vida del gran Maestro, pp. 68-74.
Siendo que nuestra propia naturaleza es caída y corrupta, y la de Dios es invariablemente santa, ¿de qué modo podemos comenzar siquiera a entender su santidad?
La santidad de Dios lo define como singular y separado del mundo de pecado y de muerte que experimentamos los seres humanos. Sin embargo, lo más asombroso es que Dios nos ofrece la oportunidad de participar de su santidad. Eso es parte de lo que implica una relación de pacto con él: “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (Lev. 19:2 ( CB ) ). O, como lo expresa el libro de Hebreos: “He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto [...]. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo” (Heb. 8:8, 10 ( CB ) ).
En estos textos, podemos ver la conexión entre santidad, pacto y Ley. No podemos ser santos si no obedecemos la Ley de Dios, y obedecemos su Ley solamente a medida que él mismo, el Espíritu Santo, escribe su Ley en nuestros corazones y mentes. Qué sagrado privilegio tenemos, “que participemos de su santidad” (12:10 ( CB ) ), lo cual expresamos al obedecer su Ley en amor.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. En clase, repasa tu respuesta a la pregunta final de la lección del martes acerca de lo que dirías a alguien que te preguntara sobre cómo obtener el cumplimiento de las promesas de victoria sobre el pecado en su propia vida.
2. ¿Qué significa que la Ley de Dios esté escrita en nuestro corazón y nuestra mente? ¿Por qué esto es tan diferente de que solamente esté escrita en tablas de piedra?
3. Cuando piensas en la santidad de Dios, ¿qué viene a tu mente? Con la participación de toda la clase, hablen acerca de cómo se imaginan que es la santidad de Dios. ¿Qué nos revela Jesús sobre ella?
4. ¿Cuál es el fundamento para nuestra santidad? ¿De qué manera se logra la santidad?
5. En la lección del miércoles, se afirma lo siguiente: “La Ley no nos salva; nunca podría hacerlo. La Ley nunca es nuestro camino a la salvación. Más bien, es el camino de los salvos”. ¿De qué modo esta declaración nos ayuda a entender cuál debería ser el papel de la Ley para los cristianos santificados, en quienes está obrando el Espíritu Santo?