PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
No cabe duda, la obra del Espíritu Santo es crucial para nuestro caminar con el Señor. Puede ser que no lo veamos trabajar, pero podemos ver los efectos de su obra en nuestra vida y en la de otros.
Si tu vida ha sido cambiada por la fe en Jesús, ha sido cambiada por medio de la obra del Espíritu Santo. “Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz reemplazan la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza la tristeza y el rostro refleja la luz del cielo” (DTG 144). Estas son promesas maravillosas, y un número incontable de vidas ha demostrado cuán reales son.
Sin embargo, la obra del Espíritu Santo no es instantánea. No nos convertimos automáticamente en la clase de persona que deberíamos ser. Una vida de fe y sumisión al Señor es una vida de lucha, de entrega, y de arrepentimiento cuando fallamos. El Espíritu Santo es el Agente divino que trabaja en nuestra vida para hacernos nuevas criaturas en Cristo. Esto, sin embargo, es una tarea de toda la vida. Aunque nuestras faltas y debilidades tendrían que motivarnos a una entrega mayor a nuestro Señor, no debemos permitir que el diablo las use para desanimarnos en nuestra vida cristiana (algo que siempre está ansioso de hacer). Cuando somos burlados por nuestros pecados, debemos siempre recordar la muerte de Jesús por los pecadores. Es precisamente debido a que somos lo que somos, pecadores con necesidad de gracia, que Jesús murió por nosotros y nos da esa gracia.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Qué te puede enseñar el ejemplo del Espíritu Santo acerca de ministrar tras bambalinas? Es decir, hacer la obra del Señor de una manera tal que muchas personas no lo sepan ni lo vean, o ni siquiera lo aprecien.
2. ¿De qué modo el Espíritu Santo eleva a Jesús y lo pone en foco? ¿De qué forma puedes exaltar a Jesús sin ponerte a ti mismo en el centro de atención? ¿Por qué a veces eso puede resultar tan difícil de hacer? ¿Cómo podemos luchar contra la tendencia natural a la autoexaltación?
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