PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Toda habilidad, destreza o don proviene de Dios, ya sea que hayamos nacido con él, que hayamos sido influenciados y educados por nuestro ambiente, o ambas cosas. Lo importante de la ecuación es lo que hacemos con las habilidades y las destrezas que tenemos. Dios espera que los mayordomos aprendan a dominar sus habilidades y capacidades a través de la educación y la experiencia práctica (Ecl. 10:10).
Bezaleel se “ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, (Éxo. 35:31). Él y Aholiab (Éxo. 35:34) tenían la habilidad de enseñar su oficio a los demás.
Nosotros podemos aprender a ser mejores mayordomos y específicamente a liquidar las deudas mientras vivimos en un mundo materialista. Siempre debiéramos desarrollar nuestras habilidades mediante la lectura, seminarios, la educación formal (cuando sea posible) y, finalmente, ejercer lo que hemos aprendido. El cultivo de nuestras habilidades nos permite darle lo mejor a Dios y ser buenos mayordomos.
La parábola de los talentos indica que cada siervo recibió talentos “conforme a su capacidad” (Mat. 25:15). Dos siervos duplicaron sus cantidades; el tercero lo escondió en la tierra. Siempre debiéramos esforzarnos para mejorar lo que tenemos, pero enterrar el talento no demostró ninguna capacidad ni habilidad. Administrar dinero, liquidar deudas, fomentar la disciplina y la experiencia práctica desarrollan competencias que Dios bendice. Para tener éxito y ser bueno en algo, debemos repetirlo una y otra vez.
“Las lecciones de la Biblia, al entretejerse en la vida diaria, tienen una profunda y perdurable influencia en el carácter. Estas lecciones las aprendía y practicaba Timoteo. No tenía talentos especialmente brillantes; pero su trabajo era valioso porque usaba en el servicio del Señor las capacidades que Dios le daba” (HAp 167).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Aunque el autocontrol siempre es importante para los cristianos, es especialmente importante cuando la falta de autocontrol puede causar problemas económicos o incluso la ruina. ¿Qué podemos hacer nosotros como iglesia para ayudar a quienes podrían correr peligro de caer en este problema?
2. Lee Romanos 13:7 y 8. ¿Cómo podemos aplicar estas palabras a nuestra vida cotidiana y en todas nuestras interacciones con los demás?
3. Algunos argumentan que no debemos preocuparnos por el hecho de endeudarnos, porque Jesús regresará pronto. ¿Cómo responderías a esa afirmación?